miércoles, 18 de mayo de 2011

Había una vez, en un lejano reino de la época medieval, un rey. Era alto de pelo oscuro. De joven había sido muy hermoso, conquistaba los corazones de todas las mujeres. Ya siendo viejo (35 años, piensen que en esa época se casaban a los 10 mas o menos) seguía siendo muy apuesto. El se había casado con una mujer bastante normalucha, pero bonita, salvo que el tiempo no la ayudo bastante, así que a los 30 ya estaba baqueta.
Una tarde de primavera, Anabel la Negra anuncio que estaba embarazada delante de todos sus súbditos (o sea, todos los que habitaban ese reino).
Los meses pasaban y la mujer engordaba cada vez más. Se estaba volviendo un hipopótamo. Hasta que llego el día del parto. OH, que bello momento. En medio de un banquete se le rompió la bolsa.. La asistió un bufón, la curandera, una bruja y tres cuelgues mas que estaban por ahí. Al salir el bebé, descubrieron que era mujer. Claro que ya sabían que iba a ser, gracias a los dioses.
Semanas mas tarde, la mujer seguía en cama y engordando cada vez mas. Sus tetas estaban gigantes de tanta leche y de tanta grasa.
-Querida, por un momento vaciad tu boca y contestadme… ¿Cómo se llamara la pequeña?-
Pregunto el rey, con cara de horror al descubrir en que se habia convertido su esposa.
-mmmmiamiamia Pfonedle comofsa guste fdueño de mi corafon-
Contesto ella mientras deboraba una porción de torta.
-le pondre blanca nieves-
-buefno-

Los días pasaban y la mujer se hacia cada vez mas gorda. El rey perdió el deseo por ella, cuando una noche al acostarse junto a ella, sintió algo pegajoso por todo su cuerpo. Era chocolate del fondiu que se le había chorreado por la cama a la reina.
Llego nuevamente la primavera. La mujer ya estaba inmóvil en la cama.
El rey había conocido a una joven bella, menor que el por varios años. Su pasión crecía con cada bocado de comida que hacia la reina.
Una noche, el rey lo planeo todo. No estaba bien visto meterse los cuernos, pero si estaba bien visto mandar a matar a alguien. Entonces fue así que el rey ordeno que le lleven la cabeza de su mujer, ya bastante parecida a algo de otro planeta.


Blanquita ya estaba grande, le faltaba solo un año para cumplir quince. Eso significaba que ya se acercaba esa noche en la cual su padre la entregaría con moño a los príncipes de todos los reinos, así ellos palearían por ella como si fuera un trofeo. Estaba feliz.
-OH padre, a veces suelo preguntarme que pensaría mi madre de verme tan grande a tan solo un año de ser esposada-
-Tu madre solo estaría pensando en comida hija mía. Ni tendría aliento para felicitarte. -

Blancanieves decidió pasear por el jardín del castillo. En esa caminata se encontró con su madrastra, de solo 15 años mayor que ella.
Hola blanquita-
-hola- dijo a secas.
-no quiero que pienses mas en tu gorda y asesinada madre, por favor ¿Puede ser?-
-bueno señora- dijo mirando al suelo
-muy bien chiquita, ahora quiero que te vayas para el bosque. Que invites a tus amiguitas igual de caprichosas que vos y desaparezcan un buen tiempo que quiero estar sola con tu padre-
-no hace falta que vaya tan lejos, el castillo es bastante grande. A parte solos no van a estar, esta toda la plebe-
-TE DIGO DE QUE TE VAYAS UN POCO A LA MIERDA NENA, DALE, MOVE LAS PIERNAS. QUE SI SEGUIS ASI VAS A TERMINAR COMO TU MAMITA.-
Blanca nieves salio corriendo hacia el bosque, su madrastra la trataba muy mal. Y a ella no le gustaba eso. A ella le gustaba maltratar, no ser maltratada.

En su paseo por el bosque, encontró una casita. Se aventuro a ver quien vivía.
Al entrar, descubrió que no había nadie. Siguió buscando y encontró pequeñas camitas y en el fondo un bello jardín con variedad de plantas.
-Que bello lugar, perfecto para tomar el te con las chicas-
Decidió instalarse ahí, busco un par de cosas del huerto del fondo para condimentar su comida.
Mirando las plantas descubrió una muy linda. Sus hojas parecían pequeños abanicos ásperos… -voy a llevar de estas-
Comenzó a cocinar… puso las hojas en la salsa de tomate.
Ya terminando, tocaron la puerta, eran sus amigas: bella, aurora y cenicienta
-pasen que la salsa quedo genial-
-mmm..., si… huele rico.- comento aurora.
Empezaron a comer. Cada plato que se servían significaba una carcajada mas fuerte y fácil de provocar. No entendían cual era el motivo.
Unas horas mas tarde, estaban las cuatro riendo que cualquier idiotez. Sienten que se abre la puerta. Es entonces cuando entran los famosos 7 enanos.
-NNNNNNNNAAAAAAAAAAAAH, NO TE LA PUEEEDOOO. MIRA BOLUDA, 7 ENANOOOOS!!!!- grito cenicienta.
-mmmmmmmaaaaaaaaaaalll, son enanos.-
-vamos a molestarlos- propuso blanca.
Comenzaron a golpearlos, empujarlos, etc. Mientras tanto ellas reían como brujas.
-Hagamos que vayan a trabajar a la mina que me regalo mi papa-
-que buena idea blanca.-
Fue así como tuvieron a los “enanos” trabajando durante semanas en la mina. Ellas eran ricas, tenían diamantes, salsa de tomate mágica y 7 bobos a su disposición.

Un día, mientras los pequeños dormían en el jardín y ellas en la habitación, apareció el hada madrina Aru. Llego entre humo, luces y lásers .
-eu.… despierten. AHORA.-
-eh ¿que? eh ¿que pasa acá? ¿ Quien sos?-
Preguntar las muchachas.
Soy su hada madrina. Bah, su hado padrino, baah, como quieran ustedes. En fin, soy Aru, y vengo a guiarlas, ya que note que las cuatro son muy tontas…(ARU MIDE TRES METRO DE ALTO Y BRILLA... MUCHO)
Uno: no son los tomates la causa de su alegría repentina. Son las hojitas que usaste blanca.
Dos: no son enanos, SON NENES. NIÑOS BLANCOS. Así que yo diría que vayan a buscarlos, y los cambien por chinos o africanos… o noo, ahora están de moda los que vienen del nuevo mundo.
Tres: el 50 por ciento de las ganancias son mías.
Cuatro: también vendamos las plantas que están en el fondo.
Fue así como las muchachas fueron mucho mas ricas por muy poco tiempo. Un día llegaron y Aru había escapado con todo el dinero, el oro y las mercancías.
Pasaron su cumpleaños de 15 en la cárcel. Aru se hizo multimillonario.


FIN.

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